Monday, December 18, 2006

Arroz y flores para el falangista asesinado


Camino de Bikfaya, su ciudad natal, el ataúd de Pierre Gemayel cubierto con la bandera de la Falange Libanesa, recibía arroz y flores arrojados por los simpatizantes falangistas que despedían así al Ministro de Industria libanés, asesinado por terroristas prosirios.
El asesinato de Gemayel se producía coincidiendo con la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de promover la investigación de los últimos asesinados en el Líbano, especialmente el primer ministro Rafia Hariri.
Desde que en 1936, el patriarca de la familia Gemayel, del mismo nombre que su nieto asesinado, fundara el Kataeb o Falange Cristiana Libanesa, inspirado en buena medida en la figura de José Antonio Primo de Rivera, la sangre de los Gemayel y con ella la de centenares de falangistas, ha sido vertida copiosamente en el país del cedro.
La cruenta lucha contra la OLP –que, exiliada de su tierra por la guerra contra el gobierno israelí, creó un auténtico Estado dentro del Estado libanés-, la invasión por parte de Siria y la posterior invasión del Líbano por parte de Israel, han sido el marco cruento donde se han desarrollado los últimos años de este pequeño país.
La tragedia de los Gemayel es la tragedia de El Líbano.
Con Pierre Gemayel, la Falange Libanesa había vuelto a la vida política tras superar fuertes procesos de división interna que incluyeron la separación de sus milicias, las Fuerzas Libanesas. Pero fue su tío, Bashir Gemayel, quien mayores logros consiguió en la lucha por la libertad y la paz de El Líbano, amenazada por Siria, Israel y Hizbolá.
Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas por la Universidad de San José de Beirut, Bashir Gemayel, hijo del fundador del Kataeb, se graduó en la Universidad de Dallas en la American Law Academy. Desde su militancia falangista, unificó las fuerzas militares libanesas y promovió un amplio respaldo internacional a favor de un Líbano independiente y libre del terrorismo palestino y la tutela siria. En mitad de una guerra civil solapada, la hija mayor del líder falangista –Maya- fue asesinada con un chicle bomba destinado a su padre en 1980.
Nombrado por el Parlamento, primer ministro el 23 de agosto de 1982, su mandato se ahogó en unos pocos días junto a las voces de otros sesenta falangistas asesinados por una bomba en el Cuartel de la Falange situado en el barrio de Achafriech de Beirut.
En respuesta al magnicidio de Bashir se perpetraron las matanzas en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila; una acción execrable que sin estar del todo resuelta no exonera de responsabilidad a las fuerzas libanesas y al ejército israelí. En 2005, la insurrección civil libanesa acababa de lograr la retirada de las tropas sirias. La Falange Libanesa leal a los Gemayel había vuelto a obtener representación parlamentaria. Uno de sus diputados era, precisamente, Pierre Gemayel quien ostentaba la cartera de Industria en el nuevo Gobierno.
Con su asesinato, de nuevo El Líbano aplaza la paz.
Dos artículos amplios sobre el Kataeb o Falange Cristiana Libanesa pueden consultarse en el número 51 de la Revista Arbil, en un artículo de José Luís Orella y en el blog de Cristianos Libaneses, en un artículo de Fernando José Vaquero Oroquieta.

José Manuel CansinoProfesor
Titular de Economía Aplicada Universidad de Sevilla

Thursday, October 05, 2006

Consideraciones en torno al conflicto libanés

Resulta curioso que el „progresista“ gobierno de España y sus correas de transmisión en los medios de comunicación no dediquen parte de su tiempo a debatir sobre el término utilizado por el presidente americano Bush para definir a los terroristas islámicos: “islamo-fascismo”. Y ello porque el término, como nos refiere el sociólogo de las religiones Massimo Introvigne, ha sido acuñado por intelectuales liberal americanos, esto es, “progresistas”. En realidad, independientemente de la intención táctica de Bush por usar un término creado por sus adversarios políticos, es inexacto hablar de “islamo-fascismo” ya que el término que mejor define a la galaxia islamo-terrorista es el de “islamo-nazi”.
En efecto, como nos cuenta el anteriormente citado sociólogo Massimo Introvigne, “[...] Sobre todo desde que Ahmadineyad se ha apoderado del régimen iraní, éste se ha convertido en lo más parecido al nacional-socialismo que el mundo haya conocido en su historia. Cierto, las raíces culturales de la Alemania de Hitler y del Irán de los ayatolás son distintas. Pero los sociólogos han puesto en evidencia como el milenarismo, la espera de acontecimientos apocalípticos y de una inminente transformación radical del mundo, son una categoría universal que, aunque se decline con lenguajes distintos, tiende a producir los mismos resultados mortíferos. Hitler pensaba en un Reich milenario dominado por la raza aria, una “Alemania de mil años” cuyos ejércitos sojuzgarían al mundo entero. Ahmadineyad, que se inspira en los temas más milenaristas del complejo pensamiento de Jomeini (1), cree firmemente en el mito chií del imán escondido que saldrá a la superficie de su plurisecular ocultación para guiar la Shia en la conquista del mundo.
“Piensa realmente que el imán escondido emergerá de un pozo de una remota región iraní, alrededor de la cual ya ha ordenado construir un lujoso palacio para acogerlo y hoteles de siete estrellas. Ben Laden, por su parte, utiliza una literatura sunní, sobre todo egipcia, centrada en el choque final entre el Dajjal, el Anticristo, y el Mesías islámico, el Mahdi (2). Ni valen las objeciones del sociólogo asesor de Chirac, Gilles Kepel, según el cual no se puede hablar de fascismo o nacionalsocialismo, porque Mussolini y Hitler tenían un seguimiento masivo que Ben Laden o Nasrallah no tienen: cierto, los terroristas activos son (relativamente) pocos, pero los fundamentalistas son millones” .
“La locura milenarista necesita siempre de un chivo expiatorio que destruir para que el plan del mesías milenario de turno triunfe. Para Hitler y para Ahmadineyad el chivo expiatorio es el mismo: los judíos. Cada día el presidente iraní predica con más claridad el exterminio no sólo de Israel sino de los judíos en general, exactamente como Hitler en los años treinta. Nasrallah es su eco. Y, como entonces, hay una clase política del mundo libre que se tapa los oídos para no escuchar. ¿Vamos al Líbano a luchar contra el islamo-nazismo o a protegerlo de Israel? Si la respuesta será ambigua, retumbarán ecos siniestros de la conferencia de Munich de 1938, donde Europa frente al nazismo – como dijo Churchill – “eligió la vergüenza para no tener la guerra, y acabó por tener la guerra y la vergüenza” (3).
Preparémonos pues, si no queremos repetir los errores de la historia, a librar una batalla cultural que desaloje al discurso imperante de la nueva alianza antioccidental (y anticristiana) islamo-social-comuno-mundialista ya que sólo de esta manera podremos mirar, sin miedo pero con realismo, al enemigo en la cara y plantarle batalla. De lo contrario, a fuer de pacifismos y antiamericanismos a veces invocados desde ciertos ambientes católicos de forma cuando menos superficial, nos veremos abocados a la desaparición del mundo occidental y cristiano (en especial europeo) en aras de una civilización islámica. Pues no nos engañemos: si hoy no apoyamos a quienes luchan en primera línea contra el terrorismo islámico, esto es Israel, (y ello independientemente de los elementos religiosos, culturales, históricos, etc., que nos separan de los que por otra parte podemos y debemos considerar (a ciertas condiciones) “hermanos mayores” debido a nuestra herencia espiritual semita – Pío XI dixit), estaremos favoreciendo el triunfo de la alianza entre Al Qaeda, Irán y (aunque reducido al rango de Estado satélite) Siria, con todas las consecuencias funestas (inclusive una posible guerra nuclear) que ello acarrearía. Todo esto junto al proceso de descristianización y cristofobia que contradistingue a Europa en general, y a España en particular, sin olvidar la política suicida y demagógica frente al fenómeno de la inmigración (en especial islámica) nos da una idea de cuál podría ser nuestro porvenir. De aquí la necesidad de un sano realismo pragmático que sepa conciliar la reconquista católica de la sociedad (a través, in primis, de nuestra conversión diaria y de nuestro testimonio individual y asociativo) con una visión clara y realista de quiénes son nuestros aliados y nuestros enemigos, haciendo oídos sordos a los cantos de sirena de aquellos que con la excusa de la paz, del antiamericanismo y de la política “desproporcionada” de Israel, quieren vendarnos los ojos para que no podamos salvarnos del precipicio.
2. A alguien, quizás, le llame la atención que haya nombrado a Al Qaeda, a Irán y a Siria y no a otros países musulmanes cuando no al islam en su totalidad. ¿Significa ello que no considere a países como Arabia Saudí, Sudán, Somalia, etc., o al islam como un peligro? En absoluto. Únicamente con ello quería evidenciar un elemento (a su vez manifestación clara de la guerra civil intra-islámica auténtico detonante de la Cuarta Guerra Mundial en curso[4]) que ha pasado desapercibido a los más durante el conflicto que ha opuesto Israel al satélite terrorista de Irán y Siria en Líbano, Hizbulá: el silencio sonoro de las calles musulmanas.
En efecto, remitiéndome una vez más al sociólogo (y experto de islam y de terrorismo islámico) Massimo Introvigne, “[...] Desde hace años era suficiente una mínima retorsión israelí para que desde Yakarta a Trípoli masas movilizadas por regímenes o por organizaciones fundamentalistas como los Hermanos Musulmanes invadieran las calles gritando “Muerte a Israel”. Esta vez las calles árabes no asisten a movilizaciones. La diferencia con lo ocurrido hace apenas unos meses a causa de las viñetas danesas llama poderosamente la atención.
“Lo que ocurre es que ya sean los dictadores nacionalistas (como Gadafi) ya sean sus enemigos, los Hermanos Musulmanes, entienden perfectamente aquello que los documentos de la ONU y del G8 no dicen, esto es, que el ataque a Israel no es una iniciativa espontánea de los Hizbulá y de Hamas sino que ha sido programado (desde hace meses), financiada y dirigida por Teherán y Damasco. La ONU y el G8 no pueden decirlo por los vetos de una Francia fiel a su tradición filosiria y antiamericana. Pero los musulmanes lo saben. Los jefes de Estado nacionalistas han entendido perfectamente que está en juego la hegemonía sobre todo el mundo árabe por parte de una nueva cúpula, cuya cabeza está en Teherán, que ha reducido a Siria al rango de Estado satélite y que – tras haber inducido a Ben Laden a librarse del anti-chií al-Zarqawi proporcionando a los americanos información sobre su paradero – ha reclutado también a Al Qaeda.
“Esta cúpula, cuyo líder Ahmadineyad cree en un islam apocalíptico y espera con fervor el fin del mundo, considera a los dictadores nacionalistas laicos como una peste que infecta al mundo islámico. Tolera Assad en Siria porque su familia no es laica sino alauita, seguidora de una forma extremista chií sobre cuya heterodoxia Ahmadineyad ha decidido cerrar un ojo. En cuanto a los Hermanos Musulmanes, la familia Assad en Siria ha asesinado unos setenta y cinco mil. Los Hermanos además son sunníes y el trato recibido por las minorías sunníes allí donde llegan los chiíes iraníes no les deja esperar nada bueno. En teoría también Ben Laden es sunní, pero su ideología ya se puede considerar como un tercer islam, apocalíptico y violento, que pasa por encima de la tradicional distinción entre sunníes y chiíes y que – con el uso desenfadado del tráfico de drogas y sus relaciones con el hampa en distintos países – poco o nada tiene que ver con la puritana (y anti-chií) tradición wahhabita de Arabia Saudí en la cual el superterrorista ha sido educado”.
Cabe apuntar que no obstante la adhesión discreta de Ben Laden a la alianza con Irán y Siria (que no olvidemos trata de cambiar las relaciones de fuerza en el mundo islámico, donde los chiíes representan un 15% del total frente a los sunníes que constituyen un 80% con un resto – 5% – de denominaciones menores), el plan de Irán (y subordinamente de Siria) ha creado preocupación en la red terrorista del millonario saudí. En efecto, a los dirigentes (empezando por el número dos Al Zawahiri) y a los comandantes de segunda generación de Arabia Saudí, Pakistán e Iraq han llegado por medio de internet muchas críticas a los errores estratégicos y doctrinales de Hizbulá y, por tanto, implícitamente a Irán (5).
Estando así las cosas, la más numerosa manifestación anti-israelí ha tenido lugar en Cuba y contra Israel protestan más José Blanco, Moratinos y Zapatero que Gadafi. Los reyes de Marruecos, de Jordania, de Arabia Saudí dicen en privado a los americanos lo que no pueden decir públicamente: ninguna paz es posible hasta que no se acabe con los regímenes de Teherán y de Damasco. Los Hermanos Musulmanes son una organización compleja y plétora de corrientes, a alguna de las cuales no le disgustaría lo más mínimo el derrocamiento de Ahmadineyad. Por ello las calles musulmanas siguen haciendo ruido con su silencio.
3. Frente a la preocupación que despierta en el mundo sunní (y no sólo en él como veremos) el plan de Irán, algunos consideran que se debería aprovechar la rivalidad entre chiíes y sunníes a favor de Occidente. Se olvidan, sin embargo, que ello podría desestabilizar las fragilísimas democracias de Iraq y Líbano, que para sobrevivir necesitan de la colaboración de ambos ramos del islam. Un afamado estudioso de la Shia, el iraní profesor en América Vali Nasr, propone en un ensayo publicado en Foreign Affairs que está dando la vuelta de la diplomacia mundial (Vaticano incluído) el diálogo directo con Irán y Hizbulá como único camino para evitar la guerra atómica, inevitable porque Irán de una u otra manera se hará con ella. La tesis (ya muy dudosa de por sí) tiene el defecto de ignorar la naturaleza milenarista y apocalíptica de la ideología de Ahmadineyad y de Hizbulá: con quien espera el fin del mundo y el exterminio de los judíos no se puede dialogar.
Puede haber otro camino. Las críticas durísimas que las máximas autoridades religiosas chiíes libanesas dirigen al líder de Hizbulá Nasralá, acusándolo de aventurismo y de no representar a todos los chiíes del Líbano, constituyen una novedad histórica. Tradicionalmente la tradición chií ha predicado la obediencia a las autoridades constituidas, independientemente de su afiliación ideológica, y precisamente en el mundo chií ha surgido en los años previos a la Primera Guerra Mundial el movimiento moderado denominado “constitucionalista”, uno de los primeros intentos de conciliar pensamiento islámico y democracia moderna. Cierto, todo ha cambiado con Jomeini y su revolución iraní de 1979. Pero Jomeini, que ha reemplazado el constitucionalismo con la teocracia del “gobierno del jurista islámico” no ha representado nunca a todo el mundo chií, y no faltan sus críticos en el propio Irán.
El representante de más alto grado mundial de la jerarquía de los chiíes (que, a diferencia de los sunníes, tienen un “clero”) es el ayatolá Sistani de Nayaf, en Iraq, prudente pero inteligente protagonista del diálogo con Occidente y los Estados Unidos. Azerbaiyán, otro Estado a mayoría chií con grandes recursos debido al petróleo, tiene una jerarquía religiosa moderada, a la cual hace referencia la minoría chií de la cristiana Georgia. Los chiíes de Arabia Saudí, por mucho tiempo discriminados, han abierto un canal de diálogo con el rey Abdalá, que ha conseguido substraerlos a la influencia iraní apuntándose un éxito nada despreciable. Ahora también la jerarquía chií libanesa critica a Hizbulá.
No todos los chiíes (al igual que el resto de los musulmanes) son terroristas. Dialogar con la Shia moderada e insistir en el hecho que la postura chií tradicional es distinta de la de Ahmadineyad y Nasralá puede ser una baza importante para aislar a los terroristas y a aquéllos que los apoyan. Es una lástima que la Unión Europea (presa de su obsesión progresista y antiamericana de la que nada bueno se puede esperar) no se dé cuenta de estos desarrollos y siga empecinada (teniendo como “vanguardia” ridícula e infantil al payaso de Zapatero y a su corte de bufones) en considerar como únicos y legítimos representantes del mundo chií a Hizbulá y al gobierno de Teherán.
4. Durante muchos años el eslógan “mejor rojos que muertos” ha tratado de convercernos que si el riesgo era el de morir asesinados, valía la pena dejarse de zarandajas anticomunistas y plegarse a los regímenes comunistas. También en las Iglesias cristianas de los países comunistas, junto a una multitud de mártires, había quienes ponían por las nubes a los regímenes en el poder (cuando no colaboraban con ellos). La ley islámica, la sharia, establece para los cristianos y los judíos el estado de dhimmi, “protegidos”. No pueden desarrollar ninguna actividad misionera, ni acceder a los cargos públicos más importantes, y tienen que pagar impuestos más altos: en definitiva, son ciudadanos de segunda división, pero al menos salvan el pellejo (aunque siempre están en la cuerda floja dependiendo de muchos factores, no último, la escula jurídica islámica que acceda al poder).
Resulta siempre muy desagradable criticar aquellas personas que todos los días arriesgan sus vidas y que hoy están tentadas por un “mejor dhimmi que muertos” (un servidor ha dedicado varios artículos e iniciativas al genocidio anticristiano en los países musulmanes). Sin embargo, cuando este desasosiego es aprovechado en el extranjero, no sería correcto callar. En Palestina y en Líbano no son solamente políticos y militares cristianos – que dan la sensación de buscar venganza por no haber sido ayudados (cuando lo necesitaban) por Occidente, como el general Aoun – a ponerse al servicio de Hizbulá, aceptando de hecho la postura de dhimmi ideológico hoy con la perspectiva de convertirse en dhimmi de honor (esto es, en su plenitud) mañana.
También algunas autoridades religiosas cristianas hablan aparentemente de teología pero lo hacen de forma tan ambigua que favorecen objetivamente la propaganda de Hizbulá y de Hamas. Hace unas semanas cuatro obispos de Palestina – el latino-católico, Michel Sabbah, el sirio-ortodoxo, un luterano y un anglicano – han publicado un documento contra el “sionismo cristiano”, una teología difundida en la corriente denominada evangélica, estos es, conservadora, mayoritaria en el protestantismo de los Estados Unidos, que se enmarca en una compleja visión del inminente fin del mundo dentro de la cual el Estado de Israel tiene una función preparatoria querida por Dios. Si con el documento en cuestión se quiere afirmar que esta forma de milenarismo no es compartida por católicos y ortodoxos (y tampoco por luteranos y anglicanos), se afirma una obviedad. Pero el momento elegido es sospechoso, y se aprovecha la ocasión para decir que “los gobiernos de Israel y Estados Unidos, actualmente están imponiendo su dominación sobre Palestina” y son culpables de “colonización, apartheid e imperialismo”, frases que no desafinarían en un documento de Hizbulá o de Hamas.
También el jesuita egipcio, pero que ha vivido muchos años en Líbano, padre Samir Khalil Samir, estimado por el Papa (y por el abajo firmante, tan es así que he traducido un artículo suyo dedicado al problema de las mezquitas [6]) por su conomiento enciclopédico del islam, ha propuesto un programa de paz en diez puntos (algunos razonables) en los cuales, sin embargo, defiende que la única y sóla raíz del problema medio-oriental no es el terrorismo sino la misma creación tras el Holocausto del Estado de Israel en 1948, “una injusticia contra la población palestina”. Entre sus propuestas está el famoso “derecho al retorno”, al menos parcial, de los palestinos que han abandonado Israel en los años 1940 y 1950, condición que destruiría al Estado judío, transformándolo en un Estado islámico (con los cristianos sometidos a la condición de dhimmi) y que ningún gobernante israelí aceptará jamás siquiera que se pueda discutir.
Todo esto no es tanto una crítica de los dirigentes cristianos medio-orientales, que todos los días corren el riesgo de ser acuchillados o incluso acabar peor. Son más culpables quienes aprovechan cínicamente (o inconscientemente) sus declaraciones en Occidente, para justificar políticas anti-israelíes y antiamericanas o para repetir estribillos antisemitas donde, de cualquier cosa que ocurra en Oriente Medio, serán siempre y sólo culpables los judíos (7).
5. Muy distinta, en cambio, es la postura del Papa Benedicto XVI. En efecto, partiendo de una cita de un emperador bizantino definida por él mismo como “brusca” – con lo cual su precisación según la cual estas antiguas palabras no entendía asumirlas como propias raya lo obvio, y tampoco configuran – por mucho que le pese al indigente mental y moral de Pepiño Blanco y demás ralea del gobierno – una petición de perdón a los musulmanes – Benedicto XVI ha roto el acuerdo tácito entre los hombres políticos de Occidente y el islam, inaugurado tras el 11-S. Se podía y se debía condenar el terrorismo. Incluso se podía hablar mal del fundamentalismo. Pero todo debía mantenerse en el terreno del orden público, sin jamás tocar el tema de las raíces teológicas profundas de la conexión entre islam y violencia. Esta conexión no consiste en una desviación del Corán sino en algunas suras del mismo Corán; no en un malentendido de Mahoma sino en enseñanzas concretas de la segunda fase de su doctrina; no en una idea de Dios inventada por Ben Laden sino en la noción misma de la divinidad que ha prevalecido históricamente en el recorrido de la teología islámica. Esto es lo que ha dicho el Papa en Ratisbona, y que no ha desmentido sucesivamente.
Sin menoscabo de la búsqueda del diálogo con un islam que sea realmente distinto y moderado (todavía muy frágil e incipiente), el Papa ha roto el acuerdo por el cual se debería hablar sólo y únicamente de policía y jamás de teología. El mismo Bush y Blair habían proclamado el islam una “religión de paz”, prosiguiendo con la ficción – que hace prevalecer la razón política sobre la razón histórica – según la cual la frágil minoría moderada sería la única capacitada a representar el “verdadero” islam. Cinco años después del 11-S, tras las aberrantes declaraciones de Ahmadineyad, el terrorismo renovado de Hamas y de Hizbolá, el reclutamiento continuo también en Occidente de terroristas suicidas de Al Qaeda, el Papa ha decidido que se ha acabado el tiempo de las ambigüedades y ha llegado el tiempo de la claridad.
Tras una primera reacción airada, en el mudo islámico se han levantado voces de sentido común disponibles a admitir que lo dicho por el Papa merece cuando menos una seria reflexión. Por el contrario, en Occidente ha ido mucho peor. Hemos visto a tres tipos de críticos que no sólo no defendieron al Papa, sino que incluso arremetieron contra él. Los primeros son los ignorantes, que nada saben de islam, nada de historia de las religiones y tampoco tienen las categorías para entender un discurso difícil como el de Ratisbona. Los segundos – como el New York Times – son los defensores del acuerdo tácito según el cual algunas autoridades islámicas condenan el terrorismo y Occidente en cambio renuncia a investigar sobre las raíces teológicas de aquél. En lugar de rasgarse las vestiduras por las verdades sobre el islam dichas por Benedicto XVI, deberían admitir que el acuerdo no ha funcionado, ya que el terrorismo continúa, y que donde ha fracasado la policía es correcto que vuelva la teología. Los terceros son los laicistas, que desprecian al Papa por Papa, y para los cuales toda ocasión es buena para arremeter contra el Santo Padre (por supuesto, también cabe la posibilidad que los críticos de Benedicto XVI sean una síntesis de los tres tipos como parecen indicar los rebuznos del gobierno que padecemos).
Sea como fuere, en el actual choque de civilizaciones, el Papa ha sido el único que ha tenido el valor de renunciar a lo políticamente correcto y alinearse sin reticencias con Occidente y con sus valores: como agradecimiento, Occidente lo ha dejado solo (8).
•- •-• -••••••-• Ángel Expósito Correa
Notas:
(1) http://www.arbil.org/99iran.htm
(2) http://www.arbil.org/(52)expo.htm
(3) http://www.cesnur.org/2006/mi_08_17.htm
(4) http://www.arbil.org/(80)expo.htm
(5) http://www.cesnur.org/2006/mi_08_29.htm
(6) http://www.arbil.org/(57)mezq.htm
(7) http://www.cesnur.org/2006/mi_09_05.htm
(8) http://www.cesnur.org/2006/mi_09_19.htm

Thursday, September 28, 2006

LÍBANO Y LOS SECTARISMOS

:: Lunes, 25 de Septiembre de 2006 :: Internacional/Países :: :: Tag: Líbano :: Por Yezid Sayigh, profesor de Estudios de Oriente Medio en el King´s College de Londres. Traducción: Juan-Gabriel López Guix (LA VANGUARDIA, 25/09/06):

El mes de enfrentamiento entre Hezbollah e Israel parece haber modificado la situación de estancamiento en que se hallaba la política libanesa desde el asesinato del primer ministro Rafiq al Hariri y la salida de las tropas sirias del país. Cabe colocar de nuevo el desarme de Hezbollah en la agenda del debate público y gubernamental, con el consiguiente desplazamiento de las alianzas y los equilibrios de poder internos, y parece que el primer ministro Fuad Siniora está dispuesto a aprovechar la oportunidad.
Hezbollah ha ganado el primer asalto al conseguir el acuerdo ministerial del 18 de agosto por el cual sus miembros en el sur de Líbano no se desarmarán, sino que sólo se abstendrán de llevar armas en público. Sin embargo, ha surgido la posibilidad de un realineamiento entre los principales partidos y dirigentes políticos libaneses, lo que a su vez ha abierto la vía para el final de la parálisis que ha bloqueado las políticas y las iniciativas del gobierno en casi todos los ámbitos: desde la economía o la gestión de la deuda, pasando por reforma de la asistencia social y la función pública, hasta la revisión de la ley electoral. Sin embargo, es inquietante la agudización de las divisiones políticas y confesionales desde la guerra, que además ha aumentado las posibilidades y la escala de la intervención exterior, y ha hecho más problemático el diálogo y el compromiso internos libaneses.
Esta situación contrasta con el optimismo generado por la revolución de los cedros que siguió al asesinato de Hariri: suscitó grandes esperanzas, no sólo de una auténtica independencia de la intervención política y de los servicios de inteligencia sirios en los asuntos internos y exteriores de Líbano, sino también de una reforma del sistema político confesional y la estructura de gobierno. Sin embargo, esas esperanzas en seguida se esfumaron, puesto que los partidos y dirigentes políticos libaneses no tardaron en reanudar la organización y la movilización sectaria. Las elecciones de junio-julio confirmaron la división política en bloques uniconfesionales: los musulmanes suníes, fuertemente representados por el Movimiento Futuro de Saad, hijo de Hariri; los musulmanes chiíes, representados por una lista conjunta de Hezbollah y Amal encabezada por el portavoz parlamentario Nabih Berri; y un bloque cristiano principal (maronita, sobre todo) dirigido por el Movimiento Patriótico Libre del antiguo jefe del ejército Michel Aun.
Aludiendo a la amenaza suní, a pesar de los muchos problemas políticos, económicos y sociales a los que se enfrentan, la cuestión que divide a los libaneses suníes y chiíes es, más que cualquier otra, su actitud hacia Siria. Con 36 escaños, el Movimiento Futuro de Hariri forma el grupo más numeroso en un parlamento de 128 escaños y es la principal fuerza de la Alianza del 14 de Marzo antisiria, que posee un total de 72 escaños. Hariri goza del apoyo de Arabia Saudí, que como potencia musulmana suní teme las ambiciones del Irán chií y ve la afirmación de Hezbollah en el contexto del auge del chiismo en Iraq y su alianza con el régimen laico de Siria (dominado por los alauíes, rama herética del islam chií).
Al igual que Arabia Saudí, muchos suníes libaneses perciben un eje amenazador en Siria, Irán y Hezbollah - estimulado por el chiismo iraquí- y se sienten molestos por las poco halagadoras comparaciones trazadas entre la reciente actuación de Hezbollah y el rápido hundimiento de la OLP, considerada como su protectora por los suníes libaneses, frente a la invasión israelí de 1982. Tales miedos surgen en un arco mucho más amplio; en realidad, se extienden hasta Afganistán y Pakistán por el este y hasta la península Arábiga por el sur. Dado que las relaciones sirio-saudíes han empeorado tras la reciente guerra, Hariri se ha atrevido a responder cada vez con mayor energía a las acusaciones públicas de ser un peón israelí realizadas por el presidente sirio Bashar Asad. Sin embargo, el bando antisirio ha perdido la iniciativa y se limita a reaccionar a una situación inestable. Ello se refleja en los equilibrios de Siniora, que pertenece al Movimiento Futuro y es otro peón israelí según Asad: aunque presiona para la aplicación del embargo sobre el suministro de armas a Hezbollah ordenado por las Naciones Unidas, ha aceptado al mismo tiempo no forzar por ahora el desarme. Con todo, Siniora no podrá mantener estos equilibrios indefinidamente. Con Hezbollah desembolsando compensaciones a las familias chiíes del sur de Líbano y los barrios meridionales de Beirut - la suma total se estima en 140 millones de euros, cuya fuente se supone que es Irán-, son los suníes del país quienes sienten preocupación ante la perspectiva de la disminución de los flujos comerciales y de ayuda. Además, Siria ha rechazado el despliegue de personal de las Naciones Unidas a lo largo de su frontera con Líbano con objeto de reforzar el embargo - aunque ha prometido cumplirlo- y ha amenazado con cerrar la frontera. Ello bloquearía el comercio terrestre de Líbano y alimentaría la vieja percepción del régimen sirio como aliado de Hezbollah y, por extensión, de la comunidad chií y como adversario de los intereses suníes en ambos países. Con relación a la eventualidad de un cantón chií de Hezbollah, los cristianos de Líbano están demasiado divididos para actuar de un modo decisivo. Los principales partidos cristianos de la Alianza del 14 de Marzo (las Fuerzas Libanesas, el partido de las Falanges y el Partido Nacional Liberal) sólo poseen 12 escaños parlamentarios. No sólo es menos que Hezbollah, sino menos que el bloque encabezado por el principal contrincante al liderazgo maronita, el antiguo jefe del ejército Michel Aun, que se ha aliado con Hezbollah y Siria con la esperanza de poder acceder a la presidencia libanesa. Su Movimiento Patriótico Libre posee 21 escaños en el Parlamento, que elige al presidente, y la lista chií coaligada, 35. El actual presidente, Émile Lahud, es un decidido aliado de Siria y también de Hezbollah.
Por lo tanto, la cuestión más importante relacionada con las posibilidades del sectarismo en Líbano es hacia dónde se dirige la comunidad chií. Lo crucial para la mayoría de los chiíes es si han ganado o perdido poder en el sistema político libanés y en el gobierno como consecuencia de la guerra. La búsqueda de influencia ha llevado a Hezbollah a perseguir dos estrategias paralelas desde la revolución de los cedros del 2005. Aceptó por primera vez cargos ministeriales con el objetivo de preservar los intereses chiíes en un momento en que el Movimiento Futuro dominado por los suníes y la más amplia Alianza del 14 de Marzo (que representa también intereses cristianos, además de suníes) formaron la nueva mayoría en el Parlamento y el Gobierno. Hezbollah tiene ahora poder de veto en el gabinete ministerial y se resiste al desarme para mantener su influencia. En consecuencia, goza de las ventajas de la pertenencia al Gobierno al tiempo que actúa como una Administración autónoma entre los chiíes - casi un cantón-, asistido por la ayuda financiera iraní y reforzado por el uso del carisma y la jerarquía religiosos.
La estrategia de Hezbollah es la contraria a la perseguida por el otro principal partido chií, Amal, que entró en el Consejo de Ministros en la década de 1980, estableció nuevos organismos estatales y logró el nombramiento de su dirigente Berri como presidente del Parlamento. De este modo, el partido consiguió empleos y financiación estatal, que canalizó hacia sus partidarios, con lo que ganó influencia política. Sin embargo, Amal no ha sido capaz de alterar de modo fundamental la posición de los chiíes en la política, la economía y la jerarquía social libanesas. De resultas, el impulso de Hezbollah en favor de la construcción de una sociedad de resistencia alternativa ha obtenido predicamento en muchos chiíes y ha ahondado el sentimiento de que su comunidad debe acercarse más a sus correligionarios iraníes e iraquíes si quiere forzar un cambio MESEGUER sustantivo en su situación en Líbano. De ahí la atracción de la ideología islámica y panárabe de Hezbollah, sostenida en parte por ayuda iraní, pero también por las propias iniciativas generadoras de ingresos y la recaudación de diezmos, por sus extensas redes de servicios sociales baratos y fiables y por sus fundaciones empresariales.
La reciente guerra ha permitido a Berri volver a conquistar parte de su anterior perfil: ha podido declarar que Amal estaba junto a Hezbollah en la batalla con Israel mientras mediaba en nombre de Hezbollah con los diplomáticos estadounidenses y europeos. Sin embargo, los intereses básicos y las estrategias de los dos partidos divergen, y Berri intentará explotar cualquier disminución de la popularidad de Hezbollah para presentarse como un dirigente chií más conciliador ante los suníes y los cristianos del país. No obstante, no es probable que Amal abandone su antigua alianza con Siria antes de las elecciones presidenciales de septiembre del 2007, de modo que la alianza chií que obtuvo 35 escaños en el 2005 sobrevivirá un año más.
Como cuestión inminente asoman las elecciones presidenciales. Puede abrirse un nuevo callejón sin salida en la política libanesa y a la parálisis del Gobierno. Sin embargo, la perspectiva de las elecciones presidenciales de septiembre del 2007 producirá cambios en las alianzas políticas, unos cambios que surgirán no sólo entre los partidos libaneses, sino que se extenderán también a los actores externos. No cabe duda de que la lucha por decidir al sucesor de Lahud agudizará las tensiones entre la Alianza del 14 de Marzo y la formada por Aun-Hezbollah, donde se incluye también Amal, y la intervención política y encubierta del presidente sirio Asad, interesado en desbaratar la investigación internacional sobre el asesinato de Hariri. El mayor riesgo es que la rivalidad - las rivalidades- adquieran un carácter sectario y que lancen a suníes y chiíes unos contra otros en un reflejo de la lucha más amplia que se está produciendo en toda la región.

El laberinto del Líbano: Miles de cristianos responden en la calle a Hezbollah


Aunque el movimiento chií cuenta con el apoyo del ex general cristiano Michel Aoun
El pasado domingo, 24 de septiembre, decenas de miles de cristianos libaneses salían a la calle ondeando banderas y retratos de Samir Geagea, el líder de las Fuerzas Libanesas (FL). Fue la respuesta política a la masiva concentración del anterior viernes convocada por Hezbollah. Sin embargo, la unidad no es la principal característica de la comunidad cristiana en el Líbano, dividida en dos bloques, ya que los chiítas cuentan con el apoyo del ex general cristiano Michel Aoun.

En el interior y los alrededores de la basílica de Harisa, 27 kilómetros al norte de Beirut, los manifestantes enarbolaban pancartas en las que se podían leer mensajes como “Resistimos para defender la libertad y el consenso” o “Los que están dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir la Presidencia tienen que recordar que el camino está repleto de mártires de la resistencia”, en clara alusión al antiguo jefe del Ejército aliado con Hezbollah y Siria.

Samir Geagea, que asistía por primera vez a una ceremonia religiosa celebrada desde hace años, tras pasar 11 en prisión, lanzó un duro discurso contra el movimiento chií. Criticó que Hezbollah presuma de haber obtenido una “victoria” sobre los israelíes cuando “una verdadera catástrofe se ha abatido sobre el país”.

“No podemos edificar un Estado fuerte hasta que no encontremos una solución a las armas de Hezbollah. Pide un Estado fuerte: ¿Cómo se puede construir ese Estado cuando tiene otro pequeño Estado a su lado? ¿cómo hacerlo cuando siguen llegando las armas y la munición?, añadió el líder de las FL.

Cabe resaltar que Hezbollah consiguió un acuerdo ministerial el pasado 18 de agosto por el cual sus miembros no llevarán armas en público, pero tampoco se desarmarán.

Las claves del laberinto

La demostración de fuerza llevada a cabo por las Fuerzas Libanesas con la convocatoria de movilización ciudadana del domingo no mengua, sin embargo, la profunda división existente dentro de la comunidad cristiana en el Líbano, agudizada desde la guerra. Una división que forma parte, al mismo tiempo, del laberinto de fuerzas y alianzas que conforman el panorama político libanés.

Las elecciones de junio-julio dejaron constancia también de las grandes divisiones políticas, reflejadas en bloques uniconfesionales. Por una parte, el Movimiento Futuro (MF) de Saad Hariri, hijo del asesinado primer ministro Rafiq al Hariri. Con sus 36 escaños (del total de 128 de que consta el Parlamento), el MF es el grupo con más representación parlamentaria.

El partido de Hariri es a su vez la principal fuerza política de la llamada Alianza del 14 de Marzo antisiria (con un total de 72 escaños), de la que también forman parte los cristianos de las Fuerzas Libanesas, del partido de las Falanges y del Partido Nacional Liberal (en total suman 12 escaños), además de los minoritarios drusos.

Por otra parte, los musulmanes chiítas, representados por la lista conjunta de Hezbollah y Amal (35 escaños) encabezada por el portavoz parlamentario Nabih Berri, reciben el apoyo del Movimiento Patriótico Libre (MPL) de Michel Aun, el bloque cristiano mayoritario en Líbano (principalmente maronitas). Hay que destacar que el MPL posee 21 escaños, en tanto que los partidos cristianos de la Alianza del 14 de Marzo tan sólo tienen 12.

Juegos de poder

El enrevesado puzzle se completa con otro juego de alianzas externas y poder interno, tal como señala el experto profesor de Estudios de Oriente Medio en el King’s College de Londres, Yezid Sayigh, en un artículo publicado en LA VANGUARDIA este lunes, 25 de septiembre: Líbano y los sectarismos.

Saad Hariri cuenta con el respaldo de Arabia Saudita, “que como potencia musulmana suní teme las ambiciones del Irán chií y ve la afirmación de Hezbollah en el contexto del auge del chiísmo en Iraq y su alianza con el régimen laico de Siria (dominado por los alauíes, rama herética del islam chií)”, dice Sayigh.

Por otra parte, Hezbollah tiene el apoyo de Siria y el dinero de Irán. Cabe recordar, tal como señala el experto profesor en su artículo, que “con Hezbollah desembolsando compensaciones a las familias chiíes del sur del Líbano y los barrios meridionales de Beirut –la suma total se estima en 140 millones de euros, cuya fuente se supone que es Irán-, son los suníes del país quienes sienten preocupación ante la perspectiva de la disminución de flujos comerciales y de ayuda”.

En el orden interno, mientras que la Alianza antisiria da soporte y cuenta con la complicidad del primer ministro libanés, Fuad Siniora, “el actual presidente, Emile Lahud, es un decidido aliado de Siria y también de Hezbollah”, asegura Sayigh.

Influencia de la guerra

Así las cosas, “lo crucial para la mayoría de los chiíes es si han ganado o perdido poder en el sistema político libanés y en el Gobierno como consecuencia de la guerra”, plantea el experto, quien asegura también que “la estrategia de Hezbollah es la contraria a la perseguida por el otro principal partido chií, Amal”.

“Berri (dirigente de Amal) intentará explotar cualquier disminución de la popularidad de Hezbollah para presentarse como un dirigente chií más conciliador ante los suníes y los cristianos del país. No obstante, no es probable que Amal abandone su antigua alianza con Siria antes de las elecciones presidenciales de septiembre de 2007”, pronostica Sayigh.
Con respecto a esas elecciones, el profesor de Estudios de Oriente Medio cree que “la lucha por decidir al sucesor de Lahud agudizará las tensiones entra la Alianza del 14 de Marzo y la formada por Aun-Hezbollah, donde se incluye también Amal, y la intervención política encubierta del presidente sirio Asad, interesado en desbaratar la investigación internacional sobre el asesinato de Hariri”, concluye.


Isabel Ordoñez

Friday, September 15, 2006

La Historia Sagrada de Oriente Próximo


Puesto que voy a reflexionar acerca del conflicto en Oriente Próximo vaya por delante que no soy pro-judío, ni me siento “hermano menor” de los de la sinagoga. Tampoco me considero un “anti”-nada, excepto cuando ese nada se muestra en los hechos “anti”-Cristo, “anti”-orden cristiano y “anti”-civilización occidental... O lo que de ella quede.
El problema entre palestinos e israelíes tiene solución muy difícil pues están a la greña desde que en el mundo se sabe escribir: palestinos es un gentilicio derivado de philisteos, gentes de la antigua Grecia que ocuparon la costa del norte de Gaza doce siglos antes de Jesucristo. Podríamos remontar nuestras tesis, docenas, hasta Sansón y Dalila, quizás la única vez en que filisteos —“palestinos”— y judíos creyeron entenderse. Lo mismo nos da que Israel esté o no esté en las supuestas tierras palestinas con malas o buenas artes... que sólo pudo calificar en su momento el poder de Inglaterra. Lo que nos importa en esta sección es que el Vaticano clama por palestinos despojados pero nada, incluso sus representativas beatitudes, de que Israel entró en Tierra Santa… nueve siglos después de que los mahometanos se las arrebataran definitivamente a la Cristiandad. Con esta razón sentaríamos inmediato precedente para que la catedral de Sevilla fuera propiedad a devolver a los musulmanes del siglo XIII.
Más coherentes seríamos de centrarnos en defender a los católicos maronitas que en toda su historia sufrieron indeciblemente por amor a la Iglesia; desde la aparición de Marón, aquel gran santo que luchó sin descanso contra las herejías cristianas —la monofisita y los restos de arrianismo— y, sobre todo, contra los musulmanes. En mi opinión, entre los judíos del estado de Israel y los maronitas existe un paralelismo de común trinchera contra el Islam, hoy allí aliado de los palestinos. Ellos también llegaron al Líbano como a tierra de refugio, también la transformaron en patria convirtiendo su pedregoso suelo en fecundo jardín. Aquel único territorio católico que quedaba en Oriente jamás se dejó pisar por los enemigos del cristianismo, muy concretamente los coránicos de la media luna: "Toda la Siria —escribía Jaled, el conquistador árabe—, cayó como un camello, pero sólo el Líbano se mantuvo erguido". En sus trece siglos de existencia es inmedible la sangre maronita que se habrá vertido por Cristo. Cuando Europa logró quitarse de encima al Islam éste aplicó su odio en los católicos del Líbano, en luchas que no protagonizó un Israel inexistente desde el s.I a.C. Fueron así, todavía, los episodios de 1834, 1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y posiblemente esta guerra que algunos suponen empezada el 13 de abril de 1975. Deberíamos estar muy atentos y ser más que sensibles a que lo que Roma es —todavía— para los católicos y Armenia para los armenios, lo que Palestina es para los palestinos e Israel para el pueblo judío, así es el Líbano para los maronitas. Una patria que, como la de los israelitas, no existe sin un territorio donde permanecer dignamente, soberanos y en libertad de gobierno pero que, ahora, con Hizbula dentro, puede perderse. En la práctica el estado ya no es maronita ni el territorio. Los que preparan la agenda del Papa deberían trabajar por una pronta visita a aquellos católicos para que no se crean solos y, sobre todo, para evitar que no les quede otro camino que el abrazo chiita. No es atrevido afirmar que las milicias iraníes aman tanto a los cristianos maronitas como el gato al canario.
El Vaticano habla de justicia sin aclarar de qué lado están: “El vaticano está de parte de la paz”, nos sueltan como vaguedad ecléctica que siempre hace bonito. A los israelíes, que así llamamos a los que forman parte del Estado de Israel, sean sionistas, religiosos de cuarenta sectas, sean protestantes, católicos, agnósticos o ateos, no se les puede decir: "La llave de la muerte y de la paz se encuentra en vuestras manos y en las del gobierno que habéis elegido." Un parcialismo gratuito que en semejante avispero no sirve de nada. ¿Acaso “los otros” no existen? Y esto se dijo cuando Israel enfrentaba los focos de terrorismo que le atacaban por todos lados.
Hizbula está en el Líbano, va para veinticinco años, no por amor a los libaneses sino para hostigar a Israel y, de paso, ayudar en la reducción de los maronitas... aliándose con ellos. No recordamos a la Iglesia advirtiendo del peligro que hay tras la frontera del sur, con docenas de facciones excitadas por la mezcla del islamismo con los agitadores comunistas, de los especialistas del marxismo y los agentes de la mezquita. Se supone que también deberían condenarse los actos terroristas de los “oprimidos”, ejecutados indiscriminadamente en supermercados (32 muertos), en autobuses (14 muertos), o en las calles más inocentes. Y no hacemos bien la cuenta, que seguramente olvidamos mucho que contabilizar.
No estamos con Israel pero sí debemos estar a favor de los derechos de un Estado reconocido por la ONU, incluida la España de Franco, de Felipe González y del señor Moratinos. No podemos aceptar la demagogia de los que atizan el terrorismo, su famoso “los vamos a echar al mar”, y luego gritan que les pegan. Lo que aquí señalamos es que la Iglesia tiene la primera obligación de defender a los suyos, especialmente la fe que es lo que les lleva al sacrificio. Nunca torciendo nuestros dogmas como dijo en Casablanca el Papa Juan Pablo II: «Nuestro Dios (Trinidad) es igual al vuestro (“sólo Alá es grande”)».
Parece broma, pero puede que la Historia Sagrada se repita: Irán-Dalila intentará cortarle a Israel-Sansón la melena atómica para que éste haga caer sobre todos nosotros la ruina de los filisteos.
Pedro RIZO

Saturday, September 09, 2006


La mayoría de los cristianos del Libano son fieles de los distintos ritos y tradiciones de las Iglesias Católicas Orientales. Así mimo lo son los cristianos de Egipto, Siria, Iraq, Irán, Turquía como también los católicos de Europa del Leste.
Por ello os tenemos que recomendar el nº 97 del Semanario Alba, en cuyas páginas centrales encontramos un Dossier sobre las Iglesias Orientales. Este Dossier nos ayuda a entender la tradición espiritual, los ritos y el estatus que estas grandes desconocidas tienen dentro de la Iglesia Universal.

Thursday, September 07, 2006

El Puzzle libanes número a número.


La extensa pluralidad religiosa y cultural de Líbano ha provocado una manipulación de las cifras reales de población. Según los chíitas, los cristianos habrían perdido su hegemonia hasta el 25%, siendo los musulmanes un 75% y de ellos el 50% chíitas. Otras cifras se obtienen de estrapolar el censo francés de 1932, cuando los cristianos eran el 55% del total de la población. la razón de ellos procede el reparto de poder entre las distintas comunidades. El presidente de la republica es un maronita, el primer minitro un sunita, el presidente del parlamneto un chíita y así sucesivamnete. pero las comunidade han modificado su demografí y especialmente la chíi se ha vuelto reinvindicativa. Aunque los acuerdo de Taif marcaron una reforma que dividia al 50% la representación parlamnetaria entre cistianos y musulmanes, las tensiones para la manipulación de las cifras subsiste.
Según el listado de ciudadanos inscrítos en el año 2000, en el Mninisterio de Interior libanes para obetener el derecho al voto. Los ciudadanos votantes eran 2.649.121 y la pobalación total estaría en 3.800.000 . Divididos en comunidades serían: Alawitas 18.491; armenios católicos 19.392; armenios ortodoxos 89.649; asirios 2.210; caldeos 2.893; chíitas 638.313; coptos 83; drusos 151.971; greco-católicos 146.644; greco-ortodoxos 226.488; judíos 5.956; catolicos romanos 11.333; maronitas 606.553; protestantes 18.230; sunitas 674.571; sirios católicos 10.076 y sirios ortodoxos 14.596. Entre las quejas de los critianos estaría la nacionalización concedida bajo dominio sírio de 300.000 sunitas, sirios, egipcios y palestinos. Por lo tanto la comunidad mayoritaria sería la sunita con el 24,4 %,le seguiría la chíita con el 24,1%. Por su parte la cristiana, los marnitas serían el 22,9%, que junto el 8,5% de los greco-ortodoxos y comunidades menores, otendrían en conjunto una presencia del 43, 3% de cristianos. El mayor porcentaje de población cristiana en un pais árabe, algo muy provocativo para el islamismo radical.

José Luis Orella

Wednesday, August 23, 2006

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX


Kataeb o Falange Libanesa
La Falange Libanesa (Kataeb) nace estrechamente vinculada a la familia Gemayel, una de las más influyentes en la comunidad maronita todavía hoy, en los años 30 del pasado siglo. Esa relación familiar con un partido político no es, en Líbano, una circunstancia excepcional: los principales clanes familiares (maronitas o no) se dotarían de sus correspondientes partidos políticos a lo largo del siglo XX. El patriarca de la familia, Pièrre, la funda en 1936 inspirándose -en alguna medida- en el pensamiento del español José Antonio Primo de Rivera. Le acompañaron en la aventura el periodista George Naccache y Charles Hélou, quienes abandonarían pronto el partido. Ya desde sus inicios propone la independencia del Líbano, oponiéndose a la presencia francesa, y colaborando en esta tarea con los sunitas de al-Najjadah.
El Kataeb arraiga especialmente entre los cristianos maronitas, si bien también se incorporarán, al mismo, cristianos de otras confesiones y musulmanes partidarios de un nacionalismo libanés moderno, no arabista, de tintes corporativistas. Así se vinculan, de manera mítica, con el pasado fenicio de aquellas tierras en un esfuerzo de definición de la pluralísima identidad libanesa, auténtico microcosmos del apasionante mundo árabe. Su lema inicial fue Dios, Patria, Familia. Pero, no obstante esas otras militancias cristianas y musulmana, siempre se le ha identificado como un partido esencialmente maronita.

Líbano, Nación Árabe y Umma
Aquí debemos destacar una primera división ideológica de los políticos libaneses, derivada de la perspectiva nacional de sus respectivos partidos: los que defienden la identidad e independencia libanesas, por encima de su pertenencia a la cultura árabe (caso del Kataeb, el Partido Nacional Liberal, el Movimiento Patriótico Libre, el Partido Socialista Progresista…); los partidarios de su integración en Siria (Partido Sirio Social Nacionalista, principalmente); quienes siguen propugnando una gran “Nación Árabe” (caso del Movimiento Popular Nasserista, especialmente arraigado entre los sunitas de Sidón, y el Partido Baas); y, por último, quienes aspiran a la recreación de la Umma (comunidad de los creyentes musulmanes), caso de Hizbulá, Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes de Líbano), Amal…
Debe señalarse que la confesión cristiana de tantos políticos libaneses no determina necesariamente uno u otro posicionamiento. En principio, una buena parte de los cristianos libaneses, especialmente los maronitas, son partidarios de la independencia libanesa. No obstante, algunos libaneses cristianos figuran entre los primeros miembros del partido Baas (en el poder en todavía en Siria y, durante décadas, también en Irak) del que existe todavía hoy una rama en el Líbano, si bien en su mayor parte son sunitas. Por otra parte un partido promueve expresamente la unión con Siria: el Partido Sirio Social Nacionalista, fundado por el cristiano libanés Anton Saade en 1932, cuya mayor influencia irradia entre los cristianos libaneses greco-ortodoxos y greco-católicos, y que se encuentra alineado con Hizbulá y los partidos más izquierdistas de Líbano.
Una última precisión. Pretender la integración en Siria no agota las posibilidades de relación con su interesado vecino. Así, todos los partidos son bien anti o pro-sirios. Y en ocasiones cambiarán de orientación según diversas circunstancias, intereses familiares, etc. Por ejemplo, en su día el Kataeb, fervoroso partidario de la independencia, reclamó a Siria el envío de una fuerza militar que facilitara la pacificación del país y el control de los palestinos instalados en Líbano. Posteriormente Siria se volvió en contra de sus antiguos aliados, apoyando indistintamente a las diversas facciones en pugna, debilitando así las fuerzas del Líbano e imponiendo a sangre y fuego –y por agotamiento nacional- la “paz siria”, antesala de la frustrada Gran Siria.

Bashir Gemayel
Pero volvamos a la historia del Kataeb. El partido se opuso enérgicamente a la presencia palestina, que llegó a constituir un verdadero “Estado dentro del Estado” de la mano de la OLP gracias a la endémica debilidad y ambigüedad del Estado libanés. De hecho, ya desde 1975 se desarrolló una verdadera guerra no declarada entre la OLP y el Kataeb, alineándose, con uno u otro bando, todos los partidos libaneses, salvo el Partido Democrático, que pretendía un Estado aconfesional, moderno y sin cuotas parlamentarias de adscripción religiosa como todavía se practica. En ese sentido, ante un “enemigo común” -la OLP y sus aliados- el Kataeb confluyó tácticamente con Israel en los años 80 del pasado siglo; si bien esa política de alineamiento apenas sobrevivió a su joven y carismático líder Bashir Gemayel.
Hijo de Pièrre, Bashir alcanzó el mando supremo del Consejo Militar del Kataeb, logrando unificar a buena parte de las milicias armadas cristianas en las Fuerzas Libanesas (también conocidas mediáticamente como Milicias Cristianas Unificadas), creadas en 1977. Además de las milicias armadas del Kataeb, integró a los denominados Guardianes de los Cedros (dirigidas Etienne Saqr), y la milicia Ahrar (Partido Nacional Liberal, liderado por la familia Chamoun, otro de los clanes maronitas). En 1978 lanza un ataque contra Zghorta, localidad feudo del clan maronita de los Franjieh (otra saga maronita al igual que las dos ya citadas), derrotando a la llamada “Brigada Marada”, su milicia privada, y asesinando al hijo del anciano expresidente de Líbano, Tony. Y el 7 de julio, mediante un golpe de mano, terminan por eliminar la relativa autonomía de sus antiguos aliados de Ahrar.
El 23 de agosto de 1982, a la vez que Líbano es invadido por Israel con el objetivo de expulsar a Arafat y su OLP, Bashir Gemayel es nombrado presidente de Líbano, siendo asesinado a los 7 días de su proclamación; hecho acaecido un 14 de septiembre de 1982 a resultas de un atentado con coche bomba contra la sede central del Kataeb en Beirut, que también costó la vida a más de 60 personas. Todavía no se sabe quien ejecutó y ordenó el atentado. Han circulado varias versiones. Así, inicialmente fue detenido un miembro del Partido Sirio Social Nacionalista, Tanios Habib Chartouni , como presunto autor del magnicidio. Posteriormente predominó otra versión sobre los orígenes del atentado: un comando, dirigido por el capitán Naysif, habría colocado 50 kilogramos de TNT, suficientes para destruir todo el edificio ocupado por el estado mayor del Kataeb en Achafrieh. La orden habría partido del teniente coronel Mohamed Ganen, jefe de operaciones del servicio de información sirio en Líbano…
La noche del 16 al 17 del mismo año se producen las matanzas de Sabra y Chatilla, como represalia al magnicidio, y cuyas responsabilidades últimas todavía no se han aclarado por completo, ahora que Ariel Sharon agoniza inconsciente desde hace meses. Esas incalificables matanzas, indudablemente ejecutadas por algunas unidades de las Fuerzas Libanesas, oscurecieron los asesinatos masivos de civiles cristianos en Damour, el Chouf y otras localidades y territorios de Líbano, a manos de milicianos palestinos, sunitas, chiítas y drusos.

Amin Gemayel y Samir Geagea
Su hermano Amin releva a Bashir en la presidencia libanesa y su primo Fadi Frem en la jefatura de las Fuerzas Libanesas, quien será relevado a su vez por Fuad Abi Nader y, finalmente, por los aguerridos y controvertidos Samir Geagea y Eli Hobeika. El segundo iniciará negociaciones secretas con los sirios, al objeto de terminar con los enfrentamientos armados, lo que provocó el ataque de Samir Geagea contra su cuartel general situado en Karantina el 15 de junio de 1986, donde es sitiado hasta la intervención del ejército libanés, partiendo para el exilio. De esta manera Samir Geagea se erige en líder indiscutible de las Fuerzas Libanesas, emancipándose de la tutela del Kataeb, que carece de un liderazgo fuerte y efectivo; no en vano Amin, una vez finalizada su presidencia, se exiliará fuera de Líbano.
Amin Gemayel cesa como presidente en septiembre de 1988 y nombra primer ministro de un gobierno militar interino al general cristiano maronita Michel Aun (jefe del Estado Mayor), cargo que correspondía a un musulmán sunita. Michel Aun contará con un 40% del ejército libanés, especialmente de su artillería, las milicias de las Fuerzas Libanesas, al menos inicialmente, el apoyo político del Partido Nacional Liberal de Dany Chamoun (años después asesinado por una explosión accionada seguramente por agentes sirios) y el internacional del presidente irakí, el baasista Saddam Hussein.
La Asamblea Nacional se reúne en Tarif (Arabia Saudita) con el objetivo de llegar a un nuevo pacto de reconciliación nacional, alcanzándose tal el 5 de noviembre de 1989, bajo la tutela y presión sirias. Además de un nuevo equilibrio político entre las diversas comunidades (paridad entre musulmanes y cristianos y reducción del número de parlamentarios electos), se acordó el desarme de las diversas milicias, lo que incumplieron los chiítas de Amal y de Hiuzbulá, así como los drusos del PSP. René Moawad será elegido presidente de Líbano, siendo asesinado 17 días después. Es relevado inmediatamente por Elías Haraui.
Con los apoyos antes mencionados, habiéndose creado otro gobierno rival en Beirut oeste, Michel Aun imprudentemente lanzará su denominada “Guerra de liberación nacional” contra Siria, exigiendo a las Fuerzas Libaneses que se integraran en el esfuerzo disolviéndose, a lo que se opone Samir Geagea acaso impulsado por la trama económica en la que se apoyaba dicha milicia. Ello provoca feroces enfrentamientos entre el ejército regular libanés fiel a Aun y las milicias de las Fuerzas Libanesas, siendo derrotadas y desarmadas a finales de 1990 a un alto precio de sangre cristiana.
Poco después, el ejército sirio derrota a Michel Aun, después de sitiar y bombardear el llamado “reducto cristiano” de Beirut este, el 13 de octubre de 1990, refugiándose Aun en la embajada francesa. Al objeto de ahogar la resistencia, el ejército sirio asesinará a más de 700 militares cristianos fieles a Aun en los días siguientes, consolidándose una ocupación que se prolongará durante 15 años.
Los políticos cristianos supervivientes y no exiliados, en su mayor parte aceptarán los Acuerdos de Tarif como única vía para la pervivencia de las comunidades cristianas tras su derrota. También Geagea aceptará el pacto, desarmando a los restos de su milicia. Pero todo ello bajo el “modus vivendi” impuesto por Siria,
En 1994 Samir Geagea es encarcelado, siendo acusado de diversos atentados terroristas, todavía sin resolver, entre ellos los asesinatos de Rachid Karamé (1987) y Dany Chamoun (1990). En este contexto, el gobierno libanés emite un decreto de disolución de las Fuerzas Libanesas, que pervivirán como una fuerza política semiclandestina, sufriendo la represión siria, así como el asesinato, el encarcelamiento de destacados militantes, y la desaparición de otros muchos.
Heli Hobeika, el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas derrotado por Geagea, habiendo regresado a Líbano, se convertirá en un político cristiano pro-sirio, referencia de amplios sectores de las comunidades maronitas. Morirá asesinado el 24 de enero de 2002. Nunca se supo quien accionó la bomba que lo destrozó. Se sospechó que pudiera haberlo ordenado alguno de sus antiguos amigos sirios, quienes lograron así “callarle la boca” ante el riesgo de que confesara, algo de lo mucho que sabía, a los investigadores internacionales de las matanzas de Sabra y Chatila de 1982 y de otros sucesos violentos de la reciente y agitada historia libanesa.

La decadencia del Kataeb
Pierre Gemayel, jefe nominal del Kataeb, muere en 1984. Es sucedido en la dirección del partido por Elie Karameh (1984-1986) y después por George Saade (1986-1988). Munir al-Hajj sucede a Saade, ya en 1999, iniciando una política de aproximación a Siria, de modo que en las elecciones legislativas de 2000 se presenta en una candidatura pro-siria junto al ministro del interior, Michel Murr, y otros destacados dirigentes del Partido Sirio Social Nacionalista. Para suceder a Munir al-Hajj compiten poco después dos candidatos: Amin Gemayel, en Líbano desde julio de 2000, y el pro-sirio Karim Pakradumi, quien triunfó el 4 de octubre de 2001; lo que provocó la escisión del partido.
El boicot preconizado por las formaciones políticas libanesas mayoritariamente cristianas en las diversas elecciones celebradas en los 10 años que siguieron a la derrota de Aun, por considerarlas ilegítimas y controladas por el ocupante sirio, les marginó de los centros de decisión del Líbano actual, salvo a los sectores maronitas seguidores del fallecido Suleiman Franjieh, que sí colaboraron, y del mencionado Heli Hobeika.
El asesinato, tampoco esclarecido, del antiguo primer ministro Rafia Hariri, el 14 de febrero de 2005, además del de otros políticos y periodistas anti- sirios, impulsó la llamada “revolución del cedro”, dirigida contra los ocupantes sirios, y en la que desarrollarán particular activismo los militantes de las Fuerzas Libanesas. En abril de 2005 las tropas sirias terminan de abandonar Líbano. El día 7 de mayo de 2005, Michel Aun retorna a su patria. Su partido político, el Movimiento Patriótico Libre, en coalición con dos pequeños bloques, conseguirá en total 21 diputados en las elecciones legislativas de mayo y junio de 2005, constituyéndose en el grupo más numeroso de las fuerzas cristianas y una de las más potentes de todo Líbano. Fuerzas Libanesas, por su parte, integrante de la coalición anti-siria liderada por el sunita Movimiento Futuro, conseguirá 5 diputados. Su líder, Samir Geagea, fue amnistiado el 18 de julio de 2005.
Partidos políticos mayoritariamente cristianos hoy
Si bien durante décadas el Kataeb aglutinó al sector más numeroso y políticamente decisivo de la comunidad maronita (llegó a alcanzar 80.000 afiliados a finales de los años 70, según fuentes propias), pagó un alto precio que le arrastró a una progresiva decadencia. Su capitidisminuido estado actual está determinado por varios factores: el predominio durante toda confrontación civil de la organización paramilitar y sus exigencias materiales e imperativos tácticos, lo que desembocó en la independencia de las Fuerzas Libanesas del “partido-madre”; los avatares políticos nacionales e internacionales; la permanente distorsión provocada por las intervenciones militares israelíes; el tutelaje del “gran hermano sirio”; la irrupción de nuevas fuerzas políticas lideradas por políticos oportunistas (caso de Michel Aun); la desaparición por diversos motivos de sus líderes carismáticos, antaño aglutinadores de mayores empeños y voluntades.
Todo ello se concretó en la escisión de la organización en dos partidos políticos: el Kataeb libanés liderado por Amin Gemayel (anti-sirio, integrante de la coalición liderada por el Movimiento Futuro, con dos parlamentarios electos en las legislativas de 2005, entre ellos un hijo de Amin llamado como el abuelo), y el dirigido por Karim Pakradouni (con un parlamentario electo en 2005, Nader Surcar, en la coalición pro-siria integrada por Amal, Hizbulá y el PSSN). Puede sumárseles una tercera formación que a “Kataeb” añade la denominación Partido Demócrata Social (liderada por el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas, Fuad Abi Nader).
En esta evolución y decadencia del Kataeb puede observarse que su electorado natural más combativo ha optado por Fuerzas Libanesas. Y, acaso, otros sectores más posibilistas se decidieron por una estrella en alza: el ecléctico, neoliberal y más oportunista Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun, que alcanzó un total de 15 parlamentarios encabezando una coalición alternativa a la anti-siria y a la pro-siria, sumándoseles otros 6 parlamentarios.
Encontramos a más cristianos en otras formaciones, conforme los resultados legislativos del 2005: los 2 parlamentarios del Partido Sirio Social Nacional (de las dos iglesias griegas); en las listas del mayoritariamente sunita Movimiento Futuro de Saad Hariri, ganador de las elecciones (con fuerte presencia de las confesiones cristianas no maronitas, con un total de 10 parlamentarios cristianos por 18 musulmanes); en el Partido Socialista Progresista de Walid Jumblat (6 maronitas y 1 greco-ortodoxo, junto a otros 7 drusos); la lista Qornet Shehwan integrada en la mencionada coalición anti-siria (que suma a los 3 parlamentarios maronitas del Partido Nacional Liberal y a los 2 del Kataeb-Gemayel); entre los chiítas de Amal (2 maronitas y 1 griego católico de un total de 15 parlamentarios); y en Hizbulá (1 maronita de un total de 14 parlamentarios). Cristianos son, en su mayoría, los parlamentarios de los otros dos grupos vinculados a Michel Aun, 4 de los 6 del Bloque Elias Skaff, y los dos del Bloque Murr. Señalemos, también, que buena parte de los parlamentarios independientes, presentes en las tres corrientes, son cristianos de las diversas confesiones.
Y, por último, mencionemos que es notable la presencia de cristianos de ideología izquierdista entre los paramilitares de la Brigada Saraya, de Hizbolá, y, especialmente, en el pequeño pero influyente Partido Comunista Libanés.

El puzzle libanés
¿Cómo se explica esa aparente confusión? ¿No se presentan, acaso, como partidos estrictamente confesionales?
Los 128 parlamentarios actuales se eligen por circunscripciones territoriales, asignándose a las diversas confesiones religiosas un número cerrado de representantes en cada una de ellas con criterios de proporcionalidad según el censo de los años 40 del pasado siglo. De esta manera, los diversos partidos deben incluir a miembros de otras confesiones si quieren ganar escaños en territorios ajenos. Pero a pesar de todo ello, si bien añade complejidad al mapa electoral y a las relaciones sociales libanesas, está todavía muy lejos de un Estado aconfesional y plenamente democrático, tal y como reivindican un número creciente de pequeños partidos y sectores sociales (tanto pro-sirios como anti-sirios, cristianos y musulmanes). Lo anterior también debe cruzarse con la poco permeable pirámide económico-social: predominio sunita entre las clases más acaudaladas (existiendo una importante presencia greco-ortodoxa); una comunidad maronita mayoritariamente de clase media; y un predominio chiíta entre los sectores más desfavorecidos.
No es posible –en definitiva- describir fielmente la compleja situación libanesas desde las facilonas dicotomías al uso: la confesional religiosa, la división entre pro y anti-sirios, pro y anti-norteamericanos, pro y anti-israelíes; que no se superponen ni se corresponden en absoluto. Además, la orientación y los juegos de alianzas de las diversas formaciones pueden llegar a ser desconcertadamente cambiantes, dando lugar a sorprendentes compañeros de viaje. Así, los mayoritariamente cristianos del Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun y sus aliados (18 parlamentaros cristianos por 3 musulmanes) se coaligaron post-electoralmente con los pro-sirios (28 musulmanes por 7 cristianos); sumando 31 musulmanes por 25 cristianos. Por el contrario, el Bloque Opositor suma 33 musulmanes por 39 cristianos. Ciertamente, la tendencia anti-siria entre los cristianos es evidente, pero no es nada desdeñable la aportación cristiana (especialmente entre los no maronitas) al bloque pro-sirio.
Un difícil e inestable futuro
En cualquier caso, esta sorprendente complejidad social y política de Líbano no debe inducirnos a confusión. Un dato es evidente: la numerosa emigración libanesa es mayoritariamente cristiana, en buena medida impulsada por la consolidación de un clima socio-político progresivamente ajeno a la mentalidad occidental y estilo de vida de los cristianos libaneses. El creciente fundamentalismo islámico, especialmente visible en numerosos barrios y pueblos de todo Líbano, abrumador en muchos supuestos, “ahoga” poco a poco a los cristianos libaneses, quienes temen pagar los “platos rotos” de la actual confrontación Hizbulá-Israel; sabiéndose minoría “tolerada” en un océano musulmán en tempestad.
Sin duda, la actual crisis regional, focalizada en la lucha Israel-Hizbulá, traerá serias repercusiones al Líbano. Aunque Hizbulá sea desarmada, saldrá reforzada políticamente, al haber pulverizado el mito de la supremacía armada israelí; lo que redundará en un previsible avance de los sectores pro-sirios libaneses. Por otra parte, el desarme de Hizbolá podría facilitar la total extensión y consolidación del Estado libanés, que de ser efectivo alejaría de Hizbolá a los sectores sociales que asiste en lugar del Estado y cuya repercusión electoral pudiera neutralizar el reforzamiento moral de los radicales chiítas. En todo caso, nada se ha resuelto de manera definitiva, de modo que los más serios problemas permanecerán; tal vez incluso aumentando la división de los sectores confesionales entre sí, y la de ellos con los incipientes movimientos sociales que reclaman una democracia no confesional, igualitaria y moderna.
Los cristianos forman parte indisoluble del Líbano. Pese a las enormes dificultades sufridas, vienen acreditando desde hace siglos su voluntad de permanencia y supervivencia, que en alguna medida parece estar asegurada por la compleja trama de relaciones sociales que mantienen con las demás comunidades allí presentes (sunitas, chiítas, alawitas, drusos, armenios, kurdos), y con el siempre influyente vecino sirio.
Son previsibles, por último, algunos cambios en el mapa político libanés, especialmente en el campo cristiano. Los vaivenes de Michel Aun, especialmente su pacto con Hasan Nasralá, el héroe de Hizbulá, seguramente le pasarán factura electoral, reforzándose el Bloque Opositor y, dentro del mismo, las fuerzas cristianas más firmes y fieles a sus principios; es decir, el Kataeb de los Gemayel, las Fuerzas Libanesas y el Partido Nacional Liberal. No obstante su débil presencia actual puede ser un importante obstáculo en su lógica recuperación.


Direcciones electrónicas de interés
Opus Libani, portal de internet de la Iglesia católica:
http://www.opuslibani.org.lb/
Lebanese Kataeb, sector Gemayel:
http://www.al-kataeb.org/
Party Kataeb, sector Karim Pakradouni:
http://www.alkataeb.com/
Partido Kataeb Demócrata Social:
http://www.socialdemocratic.org/kataeb/
Fuerzas Libanesas:
http://www.forze-libanesi.com/
Guardianes de los Cedros:
http://www.cedarguards.org/
Movimiento Patriótico Libre:
http://www.tayyar.org/
Partido Nacional Liberal:
http://www.ahrar.org.lb/
Partido Sirio Social Nacionalista:
http://www.ssnp.com/
Hizbulá:
http://www.hizbollah.org/
Partido Socialista Progresista:
http://www.psp.org.lb/
Amal:
http://www.amal-movement.com/
Movimiento de la Renovación Democrática:
http://www.tajaddod.org/
Izquierda Democrática:
http://www.democratic-left.org/
Partido Comunista Libanés:
http://www.lcparty.org/
Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes):
http://www.aicp.org/
Federación Revolucionaria Armenia:
http://www.arf.am/
Partido Social Demócrata Hunchakian (armenio):
http://www.hunchak.org.au/
Cristianos Libaneses:
http://www.cristianoslibaneses.blogspot.com/
•- •-• -••••••-•Fernando José Vaquero Oroquieta

Monday, August 21, 2006



En el nº 106 de su revista el Foro Arbil nos ofrece un recopilatorio especial sobre la situación en el Libano y en el mundo Árabe, con especial atención a la dificil situación cristianos de esos paises.

http://www.arbil.org/arbil106.htm

La crisis de la comunidad cristiana del Líbano.

Tras la II Guerra Mundial y la caída del Imperio Turco, en Oriente Medio hubo un reparto del espacio en Estados, todos ellos igualmente artificiales.
A los judíos de Oriente Medio les correspondió Israel (una concesión territorialmente discriminatoria, pues en proporción a su población les hubiera correspondido un territorio mayor. Y Líbano con mayoría cristiana tendría que haberse convertido en el Estado Cristiano de Oriente Medio, y de hecho lo fue durante algún tiempo. Durante el tiempo que Líbano tuvo mayoría cristiana se convirtió en la Suiza de Oriente, y fue el país más desarrollado, comercial y culto de toda la zona.
En la década de los 70 del siglo pasado, llegaron los palestinos de la OLP, que acababan de perder la guerra. Acababan de perder una guerra en Jordania, cosa no demasiado trágica para la OLP que vivía de alimentar el victimismo, sobre todo frente a Europa. Pero de pronto se encontraron sin territorio y decidieron que Líbano con un Estado muy débil era el sitio apropiado. La continuación de la historia fue alimentar una guerra civil en Líbano.
Sólo entre 1983 y 1985 fueron destruidos unos 300 pueblos cristianos. Y el genocidio cristiano continuó a pesar de las heróica actuación de las Falanges Libanesas. Hoy hay en Líbano unos 4,4 millones de habitantes, de los que solo 3,5 millones han nacido en Líbano, y de esos, la mitad aproximadamente son cristianos.
Poco más de 1,7 cristianos hay en el Líbano actualmente. En cambio, la diáspora libanesa en el mundo supone 16 millones de personas de las que el 80 por ciento (casi 13 millones) son cristianos. Así y todo, la comunidad cristiana del Líbano es la comunidad cristiana más importante de todo Oriente Medio y una de las pocas que aún resiste frente a la persecución de un islamismo cada vez más agresivo.
En unas recientes declaraciones recogidas por ACIPRENSA, el Patriarca de Antioquía (católicos maronitas), Cardenal Nasrallah Sfeir, expresó su preocupación por la "devastación progresiva" en el Líbano y la consecuente "emigración de cada vez más cristianos que no van a regresar" al país.
"Nos hemos mantenido en el mundo árabe por dos mil años, pero ahora las cosas están yéndose en picada con mucha rapidez. La crisis actual está ampliando esta tendencia dramáticamente", dijo el Cardenal a la agencia Spiegel Online. Y añadió una idea llena de sentido comun: si Hezbollah llegase al poder en el Libano, "los cristianos lo dejarían en grandes grupos".
Asimismo, el Purpurado expresó su apoyo al plan de paz del Primer Ministro Siniora que busca el desarme de todas las milicias shiítas. "Tan pronto como el alto el fuego entre en efecto y tan pronto como ambos lados intercambien prisioneros en las granjas en Shebaa sean devueltas al Líbano, Hezbollah no tendrá más el derecho a mantener una armada. Hezbollah se ha convertido en un estado dentro de otro con el apoyo de Irán -que aún envía armas para ese grupo fundamentalista-. Eso es algo que no aceptaremos después de la guerra", explicó el Patriarca.
El Cardenal Sfeir dijo también que el Líbano desea mantener buenas relaciones son Siria. "Rechazamos tolerar guerras cercanas en el territorio libanés. Eso quiere decir que Damasco (capital siria) tiene que aceptar la demarcación de la frontera con el Líbano y liberar a nuestros prisioneros".
De otro lado, el Purpurado expresó su deseo de que los palestinos "tengan su propio territorio como nosotros los libaneses lo tenemos. Pero la lucha palestina no puede pelearse desde el Líbano, el país más pequeño y más débil del mundo árabe".

El Alto el fuego en Líbano es solo una tregua.

El pasado sábado (12/08/2006) se aprobó por unanimidad la resolución 1701 por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que solicita:
a) El cese completo de las hostilidades entre Hezbolá e Israel
b) La liberación de los soldados israelíes secuestrados
c) La implementación de una fuerza conjunta del Ejército libanés y de la Fuerza Provisional de la ONU en el sur del Líbano (UNIFIL), que tomará el control del sur del país y de la zona delimitada por la Línea Azul toda vez que las fuerzas israelíes se retiren del territorio "lo antes posible".
d) Los países prohibirán el envío de armas o equipos militares a "cualquier entidad o individuo" en Líbano, excepto al Ejército libanés y los soldados de la ONU.
e) El secretario general de la ONU, Kofi Annan, desarrollará propuestas en un plazo de 30 días para desarmar a las milicias y para la delineación de fronteras, incluidas la zona disputada de las granjas de Shebaa, en la frontera entre Israel, Siria y Líbano.
Tras 34 días de una guerra devastadora, los combates terminaron el lunes a las 08 horas locales, en virtud de un acuerdo negociado por la ONU con Israel y Líbano después de la adopción de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad sobre un cese de las hostilidades. El alto al fuego provocó que miles de libaneses se echaran a la carretera para volver a sus casas, provocando serias retenciones en las carreteras, en especial desde Beirut al sur y al puerto de Tiro.
Desde entonces, Hizbollah ha disparado varias veces misiles contra Israel, pero aproximadamente el alto el fuego se ha respetado.
¿Que posibilidades hay de que esto sea el inicio de una paz firme y solida para la zona y especialmente para el Líbano? La respuesta es que las posibilidades son pocas, muy pocas, o más bien ninguna. Y las razones de esa afirmación son contundentes: La resolución 1701 no aporta prácticamente nada a lo que ya existía, y como no aporta nada, no cambia nada.
LA RESOLUCIÓN 1559
De hecho la resoluciónactual (1701) no hace sino repetir lo que en el 2004 (2 de septiembre) decidió la resolución 1559en la que se hacia un "llamamiento para que se respete estrictamente en todo el Líbano la soberanía, la integridad territorial, la unidad y la independencia política del Líbano bajo la autoridad única y exclusiva del Gobierno del Líbano". Para ello, pide que todas las fuerzas extranjeras restantes se retiren del Líbano (en ese momento, Siria ocupaba militarmente el Líbano, por lo que criticó la resolución) y exhorta a que "se disuelvan y desarmen todas las milicias libanesas y no libanesas".
Todas las fuerzas extranjeras se retiraron(Siria e Israel) y todas las milicias se desarmaron. Sin embargo Hizbollah no solo no se desarmo sino que con la ayuda de todo tipo de Siria e Irán, se continuo armando, y pasó a controlar todo el sur del Líbano (alentándose y fortificándose).
HIZBOLLAH
En este momento Hizbollah a aceptado tácitamente el alto el fuego (aunque ya ha empezado a provocar al ejercito Israelí con disparos puntuales de misiles).Pero desde luego ni se a desarmado, ni tiene ninguna intención de desarmarse según han manifestados distintos dirigentes. Y por supuesto sus intenciones de soltar a los soldados Israelí que tiene prisioneros desde el pasado día 12 de julio, son nulas.
Es más, de cara al mundo árabe, tanto Hizbollah como Siria y Iran, han presentado el alto el fuego como una victoria del grupo terrorista. Incluso Hamas va más lejos y, así, en su columna del 7 de agosto, 2006 en el diario bisemanal del Hamas Al-Risala, bajo el título "Victoria en el Líbano - Hacia una Tercera Intifada", Ibrahim Abu Heija alienta a Hamas a que use como un trampolín lo que ve de la victoria del Hizbullah hacia una tercera Intifada palestina".
Hizbollah no busca la paz. Busca como meta inmediata acabar con Israel. Y es absolutamente dudoso que cambie de estrategia puesto que no sirve a los intereses de Líbano o de los palestinos, sino de Irán, Siria y de una ideología radical y utópica.
La única posibilidad de paz en la zona seria el desarme completo de Hizbollah. Pero, ni los cascos azules tienen voluntad de realizar esa labor, ni el ejercito de Líbano puede. Es más, suponiendo que lo intentaran es prácticamente imposible acabar con Hizbollah mientras sus fuentes de suministro, Siria e Irán, se mantengan intacta. De hecho es lo que ocurre en Irak, y por lo que el terrorismo en Irak es imposible de erradicarse, tanto más en Líbano donde no existe una fuerza militar con voluntad y posibilidad de acabar con Hizbulah fuera de Israel.
FUERZA PROVISIONAL DE LA ONU EN EL SUR DEL LÍBANO (UNIFIL)
En la oscura legislación onusiana es difícil distinguir datos concretos, pero al parecer el mandato de la UNIFIL termina dentro de un año (en agosto del 2006), y para entonces, quizás antes, las fuerzas internacionales en el Líbano Se hayan retirado. Y no sería la primera vez: tras un atentado que costo la vida a 300 soldados de USA y Francia (23 de octubre del 2003), las tropas internacionales se retiraron del Libano en el 1984.
De hecho las UNIFIL se mantendrán en el terreno hasta que a Hizbulah le de la gana. En cuanto les estorben, comenzaran los atentados, los soldados occidentales muertos y a partir de ahí las UNIFIL tienen los dias contados. La unica forma de enfrentarse a Hizbullah en Libano es asumiendo que se van a parapetar tras escudos humanos, pero tras la campaña desatada contra Israel en la prensa occidental, es imposible que las fuerzas occidentales realicen la misma politica de Israel. Y por tanto la unica salida que les quedará es salir corriendo del Libano como ya lo hizo en el 1984.
LIBANO
Libano es un tipico producto de la convivencia de distintas religiones y culturas. Es un testimonio viviente de alianza de civilizaciones. Es decir, el Líbano es un autentico desastre, que hace decadas vive bajo una guerra civil unas veces latente y otras abierta.
En el libano los 3,8 millones de libanese se dividen en numerosas comunidades culturales o religiosas, que básicamente son o musulmanes (60%) o cristianos (40%). Pero ni siquiera esta división es clara, pues, por ejemplo, los shunitas se sienten más amenazados por la mayoria chií que por los cristianos, por lo que en el parlamento existe una cierta convergencia de shunitas y cristianos frente a los chiítas.
Es una situación que da como resultado un Estado sumamente debil acentuado porque el parlamento tiene representaciones proporcional a los diversos grupos religiosos del país, pero según un censo de los años 30. Pero el porcentaje de chiitas era mucho menor por entonces, con lo que la representación política actual está desproporcionada. Desde el fin del régimen colonial en 1943, los puestos importantes del gobierno son repartidos entre sectores particulares de la población. El presidente debe ser cristiano maronita, el primer ministro musulmán sunita y el presidente del parlamento musulmán chiita.
Hace dos años el gobierno libanés acordó en esa oportunidad implementar la Resolución 1559 de la ONU que exige el desarme de todas las milicias en su territorio. Todos los grupos en pugna que se enfrentaron en la sangrienta guerra civil se desarmaron. Pero, Hezbolá no lo hizo, por el contrario continuó rearmándose con el apoyo de Damasco y Teherán. Para muchos analistas, teniendo en cuenta las leyes internacionales, "el gobierno del Líbano es responsable por permitir que su territorio sea utilizado para actividades que dañan a otro Estado, y por no cumplir con la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU".
"Si el gobierno libanés hubiera llevado a cabo esta obligación, no habría habido guerra, y no habría habido bajas civiles libanesas", afirma el estadounidense David Horowitz, uno de los fundadores de la Nueva Izquierda en los años 60, que colaboró también con el Partido Black Panther.
Muchos dirigentes libaneses, y muy explícitamente los influyentes Walid Jumblatt, líder druso del Partido Socialista Progresista, y Saad Hariri, jefe de la Corriente del Futuro, en declaraciones a Le Figaro y al periódico saudí Oukaz respectivamente, han anunciado su intención de pedir responsabilidades a Hezbolá, tras el alto el fuego y en el marco de las instituciones libanesas.
El problema también es que el ejercito libanés es inferior en número y capacidad al de hizbollah, y además una parte del mismo está formado por chiítas que en caso de duda se decantarían por mostrar su fidelidad a Hizbollah.
Eso significa que si el control del sur del Líbano tiene que llevarlo a cabo una fuerza formada por fuerzas internacionales (de dudosa voluntad para un enfrentamiento armado) y un ejército libanés con unas capacidades bélicas muy dudosas, la consecuencia es que difícilmente van a ser capaces a medio plazo de mantener el control del sur del Líbano.
ISRAEL
En este marco, ¿por qué se ha apresurado Israel a aceptar el alto el fuego de la ONU? Porque es evidente que el enfrentamiento con Hizbollah, y más adelante con siria e Irán, es inevitable, y por tanto este alto el fuego es solo una tregua temporal. Pues, la razón parece ser que es una mera cuestión de imagen. Hizbollah estaba ganando claramente la guerra mediática. E Israel era presentado ante el mundo como un asesino de niños y mujeres libaneses. Ahora en cambio es la fuerza internacional la que tendrá que dar la cara ante Hizbollah. Y tal vez ahora se empiece a ver claro quienes son los terroristas de verdad.

Thursday, August 10, 2006

La retirada israelí del sur del Líbano. (junio 2000)

Israel se ha retirado, de forma precipitada y antes del plazo establecido, del sur del Líbano. ¿Qué ha pasado realmente? ¿Qué consecuencias se derivan de ello?

Una retirada precipitada.
El pasado día 23 de mayo Israel ha abandonado, de forma precipitada y poco clara, el territorio de casi 1.000 kilómetros cuadrados que ocupaba en el sur del Líbano, culminando la operación en la madrugada del día 24. Tal proyecto ya había sido comunicado a Naciones Unidas, estando previsto su culminación para el 7 de julio.
Israel ocupaba el sur del Líbano de forma permanente desde 1.978 aunque, a lo largo de todos estos años, se produjeron modificaciones territoriales en función de la coyuntura militar. El objetivo de la ocupación era puramente defensivo: El prevenir ataques armados de los radicales palestinos y, posteriormente, de la llamada “Resistencia Islámica” (la milicia del partido integrista chiíta libanés Hezbolláh) contra las poblaciones judías de la Alta Galilea. Con ello se establecía una “franja de seguridad” entre ambos Estados.
En esta ocupación, Israel se ha apoyado en el “Ejército del Sur del Líbano” (ESL), una fuerza auxiliar de unos 2.500 hombres, cristianos maronitas, chiítas y drusos; organizada ya en 1.978, a partir de algunos mandos desertores del ejército regular libanés. Su primer responsable fue el coronel Saad Haddad, ya fallecido. Es conocido que el ESL estaba por completo financiado y armado por Israel, actuando en conjunción con el Tsahal (ejército judío).
Los chiítas del ESL se han entregado a las milicias de Hezbolláh, mientras que los drusos y cristianos, en buena parte, lo han hecho al Ejército regular libanés. Los oficiales y parte de los milicianos cristianos, así como muchos de sus familiares directos, han sido acogidos en Israel (en total unas cinco mil personas). Unos 400 de ellos serán admitidos en Alemania en los días próximos, previo acuerdo con Israel, según anunciaron fuentes gubernamentales teutonas. Hassan Nassrala, Secretario General de Hezbolláh (el principal partido chiíta libanés) había anunciado un baño de sangre entre los “colaboracionistas”, lo que de momento no se ha confirmado, si bien se desconoce la suerte de varios cientos de prisioneros del ESL. Por otra parte, todos los integrantes del ESL están juzgados por el Estado libanés por el delito de traición; condenados a muerte sus dirigentes y a largas penas de prisión el resto de integrantes de la milicia.
En un intento desesperado por remediar lo inevitable, el actual máximo dirigente del ESL, el general retirado Antoine Lahad, había propuesto al Gobierno libanés la aplicación a sus hombres de las medidas de gracia empleadas, al término de la guerra civil libanesa, a todos los contendientes en la misma, excluyéndose él mismo. Tal propuesta no fué aceptada.
Este pequeño territorio libanés está habitado por una población en un 60 % chiíta, un 30 % cristiana, un 9 % drusa y 1 % siria.

La Resolución 425 del Consejo de Seguridad.
La ocupación permanente del sur de Líbano había dado lugar a la Resolución 425 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 1.978, que acordaba el total abandono del territorio libanés por parte de Israel, lo que no se había realizado. Israel ha abandonado también el sector libanés de las llamadas “granjas de Chebaa” (el 90 % correspondería a Siria), por lo que ha podido afirmar que dicha resolución 425 ya se ha acatado en su totalidad. Sin embargo, la Presidencia libanesa ha considerado, en un comunicado hecho público a mediados de junio, que Israel no ha abandonado completamente suelo libanés, pues lo ha hecho sólo hasta la llamada “línea azul” que en su día estableció Naciones Unidas y que, a su juicio, no corresponde a las fronteras internacionalmente reconocidas.
En el actual contexto internacional, Israel habría estado interesado en que el abandono se hubiera producido en el marco de unas conversaciones globales con Siria y Líbano y coordinado con las fuerzas de Naciones Unidas presentes en la zona. Pero ello no ha sido posible. En parte por la presión de Hezbolláh, se ha precipitado en la salida, provocando el desmoronamiento acelerado de su milicia aliada, proporcionando una imagen de falta de previsión y debilitando su posición en unas hipotéticas negociaciones de paz con Siria. Por ello, se ha dicho que Israel gana las batallas en el terreno militar, pero las pierde en el político.
Es importante destacar que el Gobierno libanés, con la excusa de que Naciones Unidas no le había notificado la retirada, y que la misma sólo se ha verificado hasta la “línea azul”, no ha participado en la recuperación del sur de su territorio, dejándolo en manos de la milicia integrista. Hasta el día 25 de mayo no se movilizó, desplegando entonces apenas un centenar de policías en algunas aldeas de mayoría cristiana. Y en esa decisión de no ocupar el sur, Siria no parece haber sido ajena. Lo que confirma la debilidad y dependencia del Gobierno de Beirut. De hecho, todavía no ha entrado en la zona su Ejército regular, habiéndolo hecho exclusivamente esas pocas fuerzas de policía.

Las negociaciones de paz con Siria: debilidad de Israel.
En la política interna de Israel, la retirada militar de Líbano era una de las más importantes promesas efectuadas por el Partido Laborista, hoy día en el poder, en las últimas elecciones generales. Igualmente, esa medida era demandada con insistencia por los sectores pacifistas judíos (“Paz ahora”) y por los demás partidos políticos de tendencia izquierdista. No en vano, la intervención en Líbano ha provocado más de 1.200 muertos en las filas del Tsahal a lo largo de estos años.
Y en el plano internacional, con el abandono se pretendía dejar libre el camino a un posible acuerdo de paz con Siria.
Pero el camino no parece fácil.
Sin duda, el futuro de la milicia de Hezbolláh será una baza en las futuras negociaciones de paz entre Siria e Israel, asignatura pendiente del laborismo israelí y del fallecido líder sirio Hafez Al Assad.
La negociación parece clara: devolución de los Altos del Golán a Siria a cambio de un Tratado de Paz y garantías por este país de que cesarán los ataques armados contra Israel desde suelo libanés.
En tanto se llega a ese previsible acuerdo, Naciones Unidas debiera hacerse cargo de la franja sur mediante los efectivos de FINUL, tal como había adelantado el primer ministro libanés Salim Hoss. Así, el pasado día 27 de mayo, las primeras tropas de FINUL entraron en la franja sin encontrar oposición armada, aunque sí mucho recelo entre la población civil.

La muerte del Presidente sirio.
Otro factor ha abierto nuevas expectativas e incertidumbres en el futuro de la región. El día 10 de junio falleció el Presidente sirio Hafez Al Assad mientras hablaba por teléfono. Dado su delicado estado de salud, había designado a su hijo Bashar como su sucesor, realizando diversos movimientos en ese sentido. Pero la muerte, inesperada, ha hecho que esa obra quedara inconclusa, precipitando los acontecimientos.
Su hijo Bashar, reconocido ya como sucesor por el Ejército, intenta consolidar su liderazgo. Así, se han realizado algunas reformas constitucionales. Además, el día 18 de junio ha sido elegido Secretario General, por el noveno congreso del partido BAAS que se ha reunido por primera vez en 15 años, y nominado candidato a la Presidencia de Siria. Su candidatura deberá ser avalada por el Parlamento el día 25 de junio y ratificada, posteriormente, mediante referéndum popular.
El joven e inexperto Bashar tiene, ante sí, varios retos.
En lo que se refiere a la política interior, deberá en primer lugar consolidarse en el poder, lo que de momento parece estar logrando gracias al apoyo de los más directos colaboradores de su padre. Una vez logrado lo anterior, deberá afrontar la modernización del país, que atraviesa una profunda crisis económica.
Por lo que se refiere a la política internacional de Siria, deberá diseñar una nueva estrategia encaminada a la recuperación de los Altos del Golán, actualmente en manos israelíes.
Señalaremos que ha sido Ministro para Asuntos del Líbano, bajo la dirección de su padre, dando muestras de moderación y pragmatismo. Las relaciones con Líbano son un elemento fundamental de la política del régimen sirio, constituyendo este pequeño país, en la actualidad, una imprescindible fuente de ingresos. Por todo ello deberá, en un plazo breve de tiempo, aclarar sus intenciones hacia Líbano. De momento Amal y Hezbolláh (los partidos chiítas libaneses) han manifestado su total apoyo al nuevo líder.

La situación real de Líbano.
Con la retirada israelí, Líbano no recupera su soberanía, aunque así se aparente. Y para sostener tal afirmación, en contra de las apariencias formales, nos basamos en tres motivos:

1.- Un “Estado palestino dentro del Estado”. Continúan viviendo unos 350.000 palestinos, que cuentan con su propia organización, al margen del Estado libanés. Según diversos medios periodísticos desplazados a la zona, los grupos guerrilleros palestinos, radicados en los campamentos de refugiados del sur de Líbano, se están entrenando de nuevo, habiendo obtenido nuevo armamento.

2.- La presencia militar siria, cifrada en unos 35.000 hombres que controlan de hecho todo el país, salvo esa pequeña franja del sur ahora en manos de Hezbolláh.

3.- Hezbolláh. Es una incógnita, por otra parte, si Siria desarmará a Hezbolláh, o permitirá que esa milicia integrista, la única que persiste en todo Líbano, continúe con sus periódicos ataques a la alta Galilea israelí. No olvidemos que Hezbolláh es el partido más votado en las últimas elecciones legislativas libanesas; por lo que en estas circunstancias, su posición se fortalece cada día. Si el Gobierno libanés, con el beneplácito sirio, decidiera un día desarmar a los integristas, se correría el riesgo de un nuevo enfrentamiento civil. La alianza Siria – Hezbolláh no puede ser duradera. Su coalición ha sido circunstancial: Les unía el odio al enemigo judío. Pero el partido BAAS, en el poder en Siria, tiene planes para el Líbano en el que difícilmente entra Hezbolláh. Por otra parte, el BAAS es un partido laico y no confesional, mientras que Hezbolláh es un partido chiíta integrista, siendo Irán su fuente de inspiración.

Líbano es un Estado soberano formalmente, pero en la práctica es un protectorado sirio, materializado mediante el “Tratado de fraternidad, cooperación y coordinación” de mayo de 1.991“ y el “Tratado de defensa y seguridad” de septiembre del mismo año, que legitimaron la presencia militar siria. Por otra parte, varios cientos de miles de sirios trabajan en el Líbano de la reconstrucción, proporcionando a Siria importantes ingresos económicos, fundamentales para su pobre economía. Ello se reforzará, aún más, mediante la futura unión aduanera con Siria.
La resolución 520 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas establece el abandono de suelo libanés de TODAS las fuerzas extranjeras, haciendo referencia a la presencia militar siria. Pero no parece exista voluntad internacional en su exigencia, al menos de momento.

La situación de los cristianos.
En el nuevo orden mundial cuenta más el equilibrio entre las potencias regionales Siria e Israel que la pervivencia del Estado libanés, convertido en moneda de cambio en las difíciles relaciones entre ambos estados. En este complejo puzzle de oriente medio, en que una pieza modifica el equilibrio de las demás, la minoría cristiana, la más débil de todas las presencias de la zona, se ha visto de nuevo profundamente afectada.
Ello no ha impedido que desde algunos sectores de la sociedad libanesa (medios de comunicación, políticos cristianos, parte del mundo universitario) se hayan elevado voces pidiendo, en particular desde el abandono israelí del sur, que Siria se retire del Líbano.
Es comprensible, en este complejo contexto, que sea la de Juan Pablo II una de las pocas voces elevadas en defensa de la población cristiana del sur de Líbano ante la retirada israelí y el avance de los integristas.
La rápida visita, realizada el día 25 de mayo, del Ministro de Asuntos Exteriores de Irán al sur de Líbano y su invocación del papel de todos los libaneses, musulmanes y cristianos, en la victoria sobre Israel, parece un indicio de la efectividad de las peticiones del Santo Padre.

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 34, junio de 2000